Por medio de la nueva Directiva de subvención, las condiciones de ayuda dirigidas a los nano- y micro-cogeneradores lógicamente han aumentado en comparación con las condiciones establecidas para instalaciones de mayor tamaño ya que, para estos grados de potencia, el umbral de rentabilidad es mayor.
Esto es subsanable en el caso de las instalaciones pequeñas que tienen un alto nivel de producción y cuyos precios consecuentemente se reducen.
Así puede explotarse el potencial de mercado de los cogeneradores en edificios de una, dos o más familias, donde la carga financiera se distribuye entre compradores.
El uso del poder calorífico del cogenerador, que es requerido para poder obtener la subvención de la eficiencia térmica, tiene sentido solo en sistemas de calefacción que tienen temperaturas de retorno suficientemente bajas.
Por ello, es conveniente que se haya definido el ajuste hidráulico como un requerimiento obligatorio.
La subvención a la eficiencia eléctrica está definida de tal manera, que solo las pilas de combustible pueden verse beneficiadas por dicha financiación.
Es por ello que esta tecnología, considerando los actuales precios de las instalaciones, no resulta rentable.
La entrada en vigencia de la nueva Directiva se hizo necesaria a causa de la aprobación de la Ley de energías renovables (EEG) para poder reducir el efecto de entorpecimiento que la misma tuvo sobre las decisiones de inversión, consecuencia directa de la carga del consumo propio de electricidad que la Ley establece.
La posibilidad de combinar el incentivo del BAFA con otros programas de estímulo, que en su totalidad llegue al doble o hasta el triple de la subvención del BAFA, genera, inevitablemente, un interés en la inversión.
No obstante, el éxito ahora depende de que las comunas, los estados federados y los proveedores se comprometan con su participación.
La supresión de la reducción podría ser malentendida por los fabricantes como una señal de que no es necesario bajar los precios.
